José Servando Teresa de Mier


frayservandoteresademierEl nombre del colegio es en memoria a un gran personaje en la Historia de México: José Servando Teresa de Mier y Noriega y Guerra, Eclesiástico, escritor y político mexicano que luchó por la causa independentista.

Nació en Monterrey, Nuevo León, el 18 de octubre de 1763. Miembro de una familia de la alta burguesía criolla, su abuelo paterno era natural de Buelna (Asturias) y su padre, Joaquín de Mier y Noriega, llegó a ser regidor del Ayuntamiento y gobernador de Monterrey (Nuevo León). Mier descendía por línea materna de los Guerra Buentello, los primeros españoles afincados en la región. Realizó sus primeros estudios Monterrey, pero en 1780, forzado por el ambiente familiar, se trasladó a México para ingresar en el convento de los dominicos y más tarde en el Colegio de Porta Celi, donde estudió filosofía y teología.

Con el título de doctor en teología regresó al convento dominico para enseñar filosofía. Durante los años siguientes gozó de cierto renombre y se hizo famoso como predicador, especialmente cuando el 8 de noviembre de 1794 pronunció una “oración fúnebre” por Hernán Cortés que llamó vivamente la atención. Un mes más tarde, el 12 de diciembre, fecha de la celebración de la Virgen de Guadalupe, en la propia Colegiata de Guadalupe, pronunció un célebre sermón en el que rechazaba las tradiciones sobre las apariciones de la Virgen, poniendo en duda su veracidad.

El sermón escandalizó a los devotos y fue la causa de muchas de sus desgracias posteriores. El arzobispo Alonso Núñez de Haro ordenó que se le encerrara en una celda del convento de Santo Domingo, a la vez que se iniciaba la instrucción de un expediente. El 21 de marzo, el arzobispo lo condenó a diez años de exilio y reclusión en el convento de los dominicos de Nuestra Señora de las Caldas, en Santander (España). Al mismo tiempo se le prohibió enseñar como profesor y ejercer como religioso y confesor, retirándosele el título de doctor que le había concedido el Pontífice. Tras pasar dos meses en la fortaleza de San Juan de Ulúa, Mier frecuentaría numerosos insurgentes y los restos de la expedición de Mina, el 7 de junio de 1795 embarcó en Veracruz rumbo a Cádiz. Durante los proximos 22 años de su vida se convirtió en un personaje insumiso, resabiado y crítico.

Después de un largo periodo de fugas y reconciliaciones en 1807, en Lisboa, consiguió un puesto de secretario en el Consulado de España, a través del Nuncio de Roma, logró la promoción al cargo de prefecto doméstico de su Santidad, como recompensa por haber conseguido la conversión de dos rabinos. En Lisboa se enteró de la invasión francesa de la Península, se indignó por los sucesos del dos de mayo en Madrid y ayudó a los prisioneros españoles que habían caído en poder del mariscal Junot. Como respuesta a la emoción patriótica de este momento, decidió alistarse en el Batallón de infantería ligera de Voluntarios de Valencia, que se estaba formando en Portugal con los soldados españoles allí prisioneros, y en calidad de capellán y cura castrense regresó a España, por la vía marítima.

En 1817 regresa a México junto a Mina para comienzo a una extraordinaria aventura militar: la preparación y el desarrollo de una División auxiliar del Congreso de México, que desembarcó en Soto la Marina el 21 de abril, dispuestos a integrarse y participar en la estrategia insurgente mexicana. La expedición de Mina, tras una campaña de ocho meses de duración en tierras del Bajío (Michoacán y Guanajuato), acabó en fracaso, y fray Servando, que había permanecido algún tiempo defendiendo el fuerte de Soto la Marina, cayó prisionero del virrey Juan Ruiz de Apodaca a finales de junio de 1817.

En febrero de 1821 protagonizó una nueva fuga, al evadirse en La Habana del barco que lo conducía a España, recalando provisionalmente en Filadelfia, donde se reencontró con sus amigos hispanoamericanos..

El levantamiento del general Santa Anna en Veracruz en favor de la República aglutinó la oposición a Iturbide, en la que participó fray Servando, obligándole a renunciar al Imperio y a embarcar rumbo a Europa. Constituido un nuevo Congreso, se proclamó la República y se aprobó la Constitución de 1824, lo que le obligó a enfrentarse a Ramos Arizpe en la reñida discusión de la forma federal o centralista de Gobierno. El 13 de diciembre de 1823 fray Servando había pronunciado en el Congreso un famoso discurso llamado De las profecías, en el que se opuso enérgicamente al sistema federalista. La rebelión de las Provincias, que exigían una solución federal, copiada del admirado sistema estadounidense y que amenazaba con la desmembración del país, le obligó a buscar una fórmula de compromiso entre políticos y doctrinarios. Aceptó la declaración de un Estado federal (art. 5º), pero se negó a conceder “soberanía” a los Estados (art. 6) regionales. Nacía de este modo la gran contradicción en la historia política del México moderno.

Recibió el viático de manos de Ramos Arizpe, su más firme adversario en la polémica constitucional. En presencia del presidente Guadalupe Victoria y de una numerosa concurrencia, a la que había invitado al presentir su suerte días antes, murió en sus habitaciones de Palacio Nacional el 17 de noviembre de 1827. Fue sepultado en el convento de Santo Domingo de la Ciudad de México.